Cualquier persona puede ser maltratada por su pareja, un jefe autoritario, sus padres o, incluso, un hijo. Cuando el maltrato es físico suele haber señales que lo delatan, y si el afectado es una persona adulta tiene la capacidad de denunciarlo, o al menos puede contárselo a alguien de su entorno. Sin embargo, cuando la persona maltratada es
dependiente, vulnerable, con pocos recursos, o presenta una
incapacidad física o mental, como puede ser el caso de un anciano, o cuando el abuso no deja señales visibles, el problema no es tan fácil de detectar.
El maltrato a las personas mayores es un problema social muy de actualidad. Es posible que hace unos años la problemática también existiera, pero el aumento de la esperanza de vida ha hecho que los ancianos sean un pilar fundamental de nuestra sociedad y reciban mucha atención. Cada vez son más las ayudas y servicios sociales que se crean por y para favorecer su bienestar, entre los que se incluyen los que facilitan que puedan denunciar un caso de maltrato, como el teléfono de emergencia o la teleasistencia.
Según la Organización Mundial de la Salud el seis por ciento de las personas mayores se encuentran en una situación de riesgo de maltrato en el ámbito doméstico. Siendo conscientes de esta situación, y de que la sociedad debe reflexionar sobre el trato que se le está dando a los ancianos, el 15 de junio se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
En la 41ª Asamblea de la Asociación Médica Mundial sobre el maltrato de ancianos, celebrada en Hong Kong en 1989, ya se puso de manifiesto el problema del maltrato a las personas mayores y la necesidad de concienciar en primer lugar a los profesionales sanitarios sobre la importancia de adoptar medidas de prevención de abuso y abandono a ancianos, para así también concienciar a la población general.
En esta Asamblea se expusieron las diferentes acciones de maltrato que puede recibir una persona mayor:
Estas acciones suelen cometerlas las personas más allegadas al adulto mayor, como es su propia familia, cuidadores, y profesionales sanitarios que les atienden; de ahí la importancia de que toda la sociedad sea consciente de esta situación.
La pandemia por coronavirus ha hecho más visible aún la vulnerabilidad de las personas mayores de 70-80 años en ciertos escenarios de salud, a un mayor riesgo de enfermedad grave o mortalidad por el COVID-19, hay que sumar –como indican desde la ONU– que "pueden sufrir discriminación por edad en las decisiones sobre atención médica, triaje y terapias que salvan vidas". Además, "la pandemia también puede conducir a una reducción de los servicios críticos no relacionados con el COVID-19, lo que aumenta aún más los riesgos para la vida de las personas mayores".
“Ninguna persona, joven o vieja, es prescindible. Las personas de edad tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos las demás”, subrayó António Guterres, el secretario general de la ONU.
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